Cada vez más pienso que los encuentros con las piedras no
son fortuitos, parece que me esperan en los lugares donde pienso que puedo
encontrarlas. Durante la excursión al lugar donde se encuentran varios tejos
milenarios de gran belleza, vimos
buitres leonados que sobrevolaban cerca de las buitreras, sobre nuestras
cabezas. Son unas aves espléndidas, con un vuelo majestuoso, me encanta como
planean. Sabía que encontraría una piedra adecuada para pintar a uno de ellos,
y así fue. De nuevo Sebastián, que ya es
experto en encontrar piedras-pájaro fue
quién la descubrió al pie de un árbol.
-Mira, ahí tienes al buitre leonado que querías pintar.
-Es perfecta, una piedra con las alas abiertas.
La jornada también fue perfecta. La visión de los tejos
milenarios me dejó tocada. Me abracé a una pequeña parte de su tronco, no sé cuantas personas serían necesarias para poder
abarcarlo todo. Son ejemplares bellísimos. De vuelta a casa más feliz que una
perdiz con mi piedra-buitre. ¡Manos a la obra!
Buitre pintado sobre piedra
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